¿Trabajas para Vivir o Vives pata Trabajar?

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“¿Vivo para trabajar o trabajo para vivir?” Esta es una pregunta que la mayoría de las personas se hacen en algún momento de su vida. Y es que en algunas ocasiones, el trabajo se puede volver tan absorbente, que lleva a descuidar las otras áreas del desarrollo (personal, familiar, social, física, espiritual). De ahí que en el marco del Día del Trabajo que se celebra el primero de mayo, hablaremos de cómo encontrar un balance armónico entre los diversos espacios.

El trabajo representa numerosas bondades para el hombre; es fuente de conocimiento, aprendizaje y autorrealización, es un canal de servicio y es la forma de conseguir el sustento para asegurar la supervivencia. Además el trabajo constituye una de las principales actividades de la vida humana si se considera desde la cantidad de tiempo y esfuerzo que se le dedica, así como lo explica Aquilino Polaino-Lorente, doctor, psiquiatra y experto en psicopatología:

“Es a través del trabajo que el hombre se perfecciona pues desarrolla e incrementa en sí los valores que le hacen más o menos valioso: simultáneamente que realiza la actividad a la que se entrega, él mismo se autorrealiza en ella.” Y añade: “Las consecuencias generadas por esa actividad reobran sobre su autor, contribuyendo a configurar y moldear su personalidad. Precisamente por esto, no es indiferente el modo en que el hombre realiza su trabajo.”

No obstante, por diversos factores, el trabajo puede convertirse en una adicción. ¿En qué consiste?

Qué es y qué no es adicción al trabajo

No es lo mismo esforzarse por hacer bien el trabajo, ser eficiente y afrontar con responsabilidad las funciones laborales, que ser un adicto al trabajo; conviene diferenciar entre los comportamientos que son patológicos y los que no lo son.

Como en todo tipo de adicción existe una relación de dependencia, en este caso al trabajo, hasta convertirse en una situación perjudicial que termina por afectar la vida familiar y social, incluso puede producir deterioro físico, mental y emocional de quien la padece.

El término “Workaholic” proviene de Norteamérica, surge en los años 70 de la unión de las palabras “trabajo” (work) y “alcoholismo” (alcoholism). Introduce los rasgos característicos del comportamiento alcohólico al ámbito del trabajo y del mundo laboral.

En los últimos años este concepto ha sido el foco de diversas publicaciones. Por lo general, las definiciones de los estudiosos en el tema, explican que el adicto al trabajo se caracteriza por una excesiva dedicación laboral como único objetivo vital, por su desinterés por todo lo que no sea su trabajo y por su incapacidad para dejar de trabajar.

“Estos adictos poseen un abanico motivacional sólo reducido al trabajo, y esto constituye un empobrecimiento biográfico y personal, además de un atentado a sus deberes familiares y sociales.” Explica Lorente.

Perfil del adicto al trabajo

Siguiendo a los especialistas, algunas de las manifestaciones más frecuentes son:

– Pensar en el trabajo cuando no se está trabajando.

– No tomar vacaciones.

– Ansiedad e inseguridad ante responsabilidades laborales.

– Compromiso excesivo y compulsivo con la actividad profesional.

– Para las mujeres: aumento de poder dentro del matrimonio; renuncia a procrear para resolver el conflicto entre las demandas de maternidad y logros profesionales; multiplicación del trabajo total realizado como consecuencia de no poder eliminar sus responsabilidades en el hogar y en la educación de sus hijos…

– Personalidades obsesivas que controlan su ambiente y evitan situaciones novedosas, lo que contribuye a disminuir su inseguridad personal.

– Imposibilidad de abandonar, al final de la jornada, un trabajo inacabado.

– Incapacidad de negarse ante nuevas propuestas laborales.

– No disponer de un sistema de prioridades estables.

– Ser acusado por sus familiares de que muestra más interés por el trabajo que por ellos.

– Ser competitivo en cualquier actividad, incluso cuando practica deportes en familia.

– Impaciencia.

– Sentido de culpa cuando no se trabaja.

– Sus “entretenimientos” tienen que ver con su profesión.

– Esperar que todos trabajen como él.

– Dificultad para implicarse en las actividades de los otros.

– Experimentar placer cuando relata lo mucho y lo duro que trabaja.

En busca del balance armónico

La adicción al trabajo podría entenderse como consecuencia del cambio social experimentado en la forma de valorar el trabajo, cada vez más asociado a elementos como poder, estatus social, éxito y “felicidad”, que hacen de la actividad laboral el centro de la vida de muchas personas.

Resulta necesario entonces esclarecer dos tipos de balance: trabajo-familia y trabajo-ocio. Si el resultado en estos dos balances es disarmónico, se concluye que existe una adicción al trabajo. La regla de oro en este planteamiento está enfocada a buscar el sano y necesario equilibrio, pues sin duda existe la fórmula para desarrollarse en los diversos ámbitos de la vida sin tener que sacrificar ninguno de ellos.

Fuentes: encuentra.com, eluniversal.com, workaholics-anonymous.org

Artículo publicado por Aleteia.org

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