VIERNES DE LA PRIMERA SEMANA DE CUARESMA
Leer textos: Ezequiel 18,21-28/ Salmo 129/ Mateo 5,20-26.
Reflexión:
Dense fraternalmente un saludo de paz.
El capítulo 18 del libro del profeta Ezequiel nos presenta una problemática moral de su tiempo. Su reflexión se base en este proverbio: “Los padres comieron uvas verdes, y a los hijos se les destemplaron los dientes”. Es decir, que en ese entonces se pensaba que si los papas hacían algo malo, el castigo divino podría recaer también sobre los hijos, abarcando incluso a varias generaciones. Así que los enfermos de nacimiento, los que morían jóvenes, los malvados, los pecadores, eran consecuencia de las malas acciones de sus padres. Pero Ezequiel se pronuncia contra este modo de pensar y dice claramente: “la vida del padre, al igual que la del hijo, es de Dios; la persona que peque, esa morirá” (Ez 18,4).
Este profeta nos dice que cada quien cosecha lo que haya sembrado en su vida; pero todos tenemos la posibilidad de convertirnos, de cambiar, aunque a veces podría parecernos injustos. Por ejemplo, una persona que toda su vida se porto mal y que al ultimo momento se arrepiente sinceramente y cambia, será perdonada; y de igual forma una persona que toda su vida se haya portado bien, pero al ultimo momento se vuelve mala, será castigada. Es evidente que seremos juzgado por un Padre misericordioso, que nos ama a pesar de todo, pero desde ahora nos llama a la conversión, a obrar el bien.
Por su parte, el evangelio de hoy nos invita a superar el legalismo; es decir, a no contentarnos con cumplir las reglas exteriormente, como hacían los doctores de la ley y los fariseos. Pues podríamos estar en un engaño. Pensemos por ejemplo en el saludo de la paz que nos damos durante la Eucaristía, poco antes de comulgar el cuerpo y la sangre de Cristo. Este gesto tiene un significado profundo y nos da la oportunidad de reconciliarnos con los hermano. En realidad no nos cuesta nada extender la mano y saludar de manera indiferente a los que están a nuestro alrededor, personas que a veces ni conocemos; pero cuando sabemos que tenemos algo contra el hermano, es cuando podemos aprovechar a darnos verdaderamente la paz o evitamos a toda costa encontrarnos con aquella persona.
El evangelio es muy claro en este sentido: “Si al momento de presentar tu ofrenda ante el altar de Dios te acuerdas que un hermano tienen algo contra ti, deja allí tu ofrenda, ante el altar, y anda primero a reconciliarte con tu hermano y después vena presentar tu ofrenda” (Mt 5,23)
Oración personal
Déjame Señor saber reconocer, con tu gracia, que sepa amar a todos con tu mismo amor y que busque siempre estar en paz con mis hermanos antes de pretender ir a recibirte en la Santa Eucaristía. Amen!
Propósito:
La próxima vez que comparta el saludo de la paz en la Eucaristía, será consciente que me comprometo a perdonar