Evangelio Hoy

Jueves de la vigésima séptima semana del tiempo ordinario

Evangelio según San Lucas 11,5-13.

Jesús dijo a sus discípulos:
“Supongamos que alguno de ustedes tiene un amigo y recurre a él a medianoche, para decirle: ‘Amigo, préstame tres panes,
porque uno de mis amigos llegó de viaje y no tengo nada que ofrecerle’,
y desde adentro él le responde: ‘No me fastidies; ahora la puerta está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme para dártelos’.
Yo les aseguro que aunque él no se levante para dárselos por ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y le dará todo lo necesario.
También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá.
Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre.
¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una piedra cuando le pide pan? ¿Y si le pide un pescado, le dará en su lugar una serpiente?
¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión?
Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan!”.
Reflexionemos

San Buenaventura (1221-1274)

franciscano, doctor de la Iglesia

Comentario del Evangelio según San Lucas

«Amigo mío, préstame tres panes» (Trad. ©Evangelizo.org©)

«Si uno de ustedes tiene un amigo y acude a él a medianoche para decirle: “Amigo mío, préstame tres panes, porque ha llegado de viaje a mi casa un amigo y no tengo qué ofrecerle”»: Según la inteligencia espiritual, sabemos que este amigo es Cristo. «No los llamo ya siervos, sino amigos» (Jn 15:15). Debemos ir hacia este amigo, de noche, es decir en el silencio de la noche, como lo hizo Nicodemo de quien se ha dicho «fue éste donde Jesús de noche» (Jn 3:2). En primer lugar porque en el silencio secreto de la noche, hay que tocar a la puerta por medio de la oración, según Isaías: «mi ser te anhela de noche» (Is 26:9). Sino en la noche de la tribulación, según Oseas: «En medio de sus tribulaciones, se levantaran desde la mañana» (Os 5:15). En efecto, el amigo que llega de viaje, es nuestro espíritu que vuelve a nosotros tan pronto se ha alejado por causa de los bienes temporales. El placer hace que este amigo se aleje, pero la tribulación lo hace volver, tal y como está escrito en Lucas a propósito del hijo pródigo que se alejó a causa de la lujuria y que regresó a causa de la miseria (Lc 15:11-32). Quien regresa es quien entra en sí mismo, pero se encuentra sin el consuelo del alimento espiritual. Para este amigo hambriento que ha vuelto, hay que pedir al amigo verdadero tres panes, es decir la inteligencia de la Trinidad, ósea el nombre de las tres personas, para que encuentre su alimento en el conocimiento del Dios único. O bien estos tres panes son la fe, la esperanza y la caridad, por medio de las cuales es llamada una triple virtud en el alma. Con respecto a esto último, se lee en el libro de Reyes: «Cuando llegues a la Encina del Tabor, encontrarás tres hombres que suben donde Dios, a Betel. Uno llevará tres cabritos, otro tres tortas de pan y el tercero un odre de vino» (1 S 10:3), afín que en esto estén comprendidas la unidad de la gracia y la trinidad de las virtudes por las cuales la imagen de Dios se forma en el alma.

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