Evangelio Hoy

Martes de la tercera semana de PascuaPan de Vida

Evangelio según San Juan 6,30-35.

La gente dijo a Jesús: “¿Qué signos haces para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obra realizas?
Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: Les dio de comer el pan bajado del cielo”.
Jesús respondió: “Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo;
porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo”.
Ellos le dijeron: “Señor, danos siempre de ese pan”.
Jesús les respondió: “Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed.

Reflexionemos

San Columbano (563-615), monje, fundador de monasterios
Instrucción espiritual, 12,3

“Señor, danos siempre de este pan”

El profeta dice: “Sedientos todos, acudid por agua” (Is 55,1). Se trata de los que tienen sed, no de los que beben. Llama a los que tienen hambre y sed, aquellos que en otra parte les nombra bienaventurados (Mt 5,6), aquellos cuya sed jamás se apaga, y cuya sed aumenta cuanto más van a la fuente a beber. Debemos pues, hermanos, desear la fuente de la sabiduría, el Verbo de Dios en las alturas, debemos buscarla, debemos amarla. En ella están escondidos, tal como lo dice el apóstol Pablo, “todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia” (Col 2,3) e invita a beber a todos los que tienen sed.

Si tú tienes sed, vete a beber a la fuente de vida. Si tienes hambre, come el pan de vida. Dichosos los que tienen hambre de este pan y sed de esta fuente. Bebiendo y comiendo sin fin, desean cada vez más beber y comer; dulce es este alimento y dulce esta bebida. Comemos y bebemos, pero seguimos teniendo hambre y sed; nuestro deseo está colmado y seguimos deseando. Por eso David, el rey profeta, clama: “Gustad y ved qué bueno es el Señor” (Sl 33,9). Por eso, hermanos, sigamos nuestra llamada. La Vida, la fuente de agua viva, la fuente de la vida eterna, la fuente de la luz y manantial de claridad, ella misma nos invita a venir y beber (Jn 7,37). Allí encontramos la sabiduría y la vida, la luz eterna. Allí bebemos del agua viva que mana hasta la vida eterna (Jn 4,14).

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