Evangelio Hoy

Viernes de la vigésima novena semana del tiempo ordinario

Evangelio según San Lucas 12,54-59. 

Jesús dijo a la multitud: 
“Cuando ven que una nube se levanta en occidente, ustedes dicen en seguida que va a llover, y así sucede. 
Y cuando sopla viento del sur, dicen que hará calor, y así sucede. 
¡Hipócritas! Ustedes saben discernir el aspecto de la tierra y del cielo; ¿cómo entonces no saben discernir el tiempo presente? 
¿Por qué no juzgan ustedes mismos lo que es justo? 
Cuando vas con tu adversario a presentarte ante el magistrado, trata de llegar a un acuerdo con él en el camino, no sea que el adversario te lleve ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y este te ponga en la cárcel. 
Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.” 

Reflexionemos

San Juan XXIII (1881-1963), papa
Discurso de apertura del Concilio Vaticano II, 11/10/1962 (trad. © copyright Libreria Editrice Vaticana)

Discernir los signos de los tiempos: un gran tema del Vaticano II

En el cotidiano ejercicio de Nuestro ministerio pastoral llegan, a veces, a nuestros oídos, hiriéndolos, ciertas insinuaciones de algunas personas que, aun en su celo ardiente, carecen del sentido de la discreción y de la medida. Ellas no ven en los tiempos modernos sino prevaricación y ruina; van diciendo que nuestra época, comparada con las pasadas, ha ido empeorando; y se comportan como si nada hubieran aprendido de la historia, que sigue siendo maestra de la vida, y como si en tiempo de los precedentes Concilios Ecuménicos todo hubiese procedido con un triunfo absoluto de la doctrina y de la vida cristiana, y de la justa libertad de la Iglesia.

Nos parece justo disentir de tales profetas de calamidades, avezados a anunciar siempre infaustos acontecimientos, como si el fin de los tiempos estuviese inminente.

En el presente momento histórico, la Providencia nos está llevando a un nuevo orden de relaciones humanas que, por obra misma de los hombres pero más aún por encima de sus mismas intenciones, se encaminan al cumplimiento de planes superiores e inesperados; pues todo, aun las humanas adversidades, aquélla lo dispone para mayor bien de la Iglesia.

Leave a comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *