Evangelio Hoy

Miércoles de la vigésima segunda semana del tiempo ordinario

Evangelio según San Lucas 4,38-44. 

Al salir de la sinagoga, entró en la casa de Simón. La suegra de Simón tenía mucha fiebre, y le pidieron que hiciera algo por ella. 
Inclinándose sobre ella, Jesús increpó a la fiebre y esta desapareció. En seguida, ella se levantó y se puso a servirlos. 
Al atardecer, todos los que tenían enfermos afectados de diversas dolencias se los llevaron, y él, imponiendo las manos sobre cada uno de ellos, los curaba. 
De muchos salían demonios, gritando: “¡Tú eres el Hijo de Dios!”. Pero él los increpaba y no los dejaba hablar, porque ellos sabían que era el Mesías. 
Cuando amaneció, Jesús salió y se fue a un lugar desierto. La multitud comenzó a buscarlo y, cuando lo encontraron, querían retenerlo para que no se alejara de ellos. 
Pero él les dijo: “También a las otras ciudades debo anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios, porque para eso he sido enviado”. 
Y predicaba en las sinagogas de toda la Judea.

Reflexionemos

San Euquero (¿- c. 450), obispo de Lyon
El elogio del desierto

«Salió y se retiró a un lugar desierto»

¿Se puede, razonablemente, decir que el desierto es el templo sin límites de nuestro Dios? Porque el que vive en el silencio ciertamente que debe complacerse de estar en los lugares retirados. Es allí que a menudo él se manifiesta a nuestros santos; es en la soledad que acostumbra a encontrarse con los hombres.

Es en el desierto que Moisés, con el rostro inundado de luz, vio a Dios… allí fue admitido a conversar familiarmente con el Señor; allí hubo intercambio de palabras; conversó con el Señor del cielo de la misma manera que el hombre tiene costumbre de conversar con su semejante. Allí recibió el bastón poderoso en prodigios; y después de ir al desierto como pastor de ovejas, dejó el desierto y se convirtió en pastor de pueblos (Ex 3; 33,11; 34).

De la misma manera, cuando el pueblo de Dios debía ser liberado de Egipto y de las obras terrestres ¿no se fue a lugares alejados y se refugió en las soledades? Sí, es en el desierto que se acercó a ese Dios que lo arrancó de la esclavitud… Y el Señor se convirtió en el jefe de su pueblo guiando sus pasos a través del desierto. A lo largo del camino, de día y de noche, desplegó una columna, llama ardiente o nube luminosa, signo venido del cielo… Los hijos de Israel obtuvieron pues poder ver el trono de Dios y oír su voz mientras vivieron en la soledad del desierto…

¿Es necesario añadir que no llegaron a la tierra por ellos deseada sino después de haber permanecido en el desierto? Para que el pueblo pudiera entrar un día en posesión de una región que manaba leche y miel, fue necesario que primero pasara por lugares áridos y yermos. Es siempre a través de campamentos en el desierto que uno se encamina hacia la verdadera patria. Que habite en una tierra inhabitable el que quiera «gozar de la dicha del Señor en la tierra de los vivos» (Sl 26,13). Que sea huésped del desierto quien quiera llegar a ser ciudadano de los cielos.

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