Evangelio Hoy

Sábado de la primera semana de Cuaresma

Evangelio según San Mateo 5,43-48.

Jesús dijo a sus discípulos:
Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo.
Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores;
así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos.
Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos?
Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos?
Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo.

Reflexionemos

San Ambrosio (c. 340-397), obispo de Milán y doctor de la Iglesia
Sermón 8 sobre el salmo 118

“Hace salir el sol tanto para los malos como para los buenos”

“Señor, de tu bondad está llena la tierra; enséñame tus leyes” (sl 118, 64). ¿Cómo está llena la tierra de esta misericordia del Señor si no es por la Pasión de nuestro Señor Jesucristo de quien el salmista, que la veía de lejos, de alguna manera, celebra la promesa?… La tierra está llena porque la remisión de los pecados es para todos. El sol tiene orden de levantarse para todos, y eso es lo que ocurre cada día, Y es para todos que, en un sentido místico, ha venido el Sol de Justicia (Ml 3,20), por todos ha sufrido y por todos ha resucitado. Y si ha sufrido es, precisamente, para “quitar el pecado del mundo” (Jn 1,29).

Pero si alguno no tiene fe en Cristo, es él mismo quien se priva de este beneficio universal. Si alguien, cerrando sus ventanas, no deja entrar los rayos del sol, no puede decir que el sol no se ha levantado por todos ya que es él mismo quien ha provocado que no le llegue el calor del sol.. En lo que se refiere al sol, no queda afectado; al que le falta la prudencia, se priva de la gracia de una luz que se ofrece a todos.

Dios se ha hecho pedagogo; ilumina el espíritu de cada uno derramando a todos la claridad de su conocimiento, con la condición de que abras la puerta de tu corazón y acojas la luz de la gracia celestial. Cuando dudes, apresúrate a buscar, porque “el que busca, halla y a quien llama, se le abre. “ (Mt 7,8).

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