VIERNES DE LA CUARTA SEMANA DE CUARESMA
Leer textos: Sabiduría 2,1.12-22/ Salmo 33/ Juan 7,1-2.10.25-30
Reflexión:
Tenemos que morir?
Estamos ya en el penúltimo viernes de cuaresma, y conforme nos acercamos a la semana santa, las lecturas nos van acercando mas a Jerusalén; la oposición a Jesús es cada vez mas fuete y así nos van preparando para celebrar los misterios de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Sin duda es un final que no parece adecuado para el Hijo de Dios; ¿por qué tendría que pasar a través de la muerte y del sufrimiento?
La realidad del sufrimiento y de la muerte sigue siendo incomprensible, desde el punto de vista material. ¿Qué sentido tiene sufrir? ¿Por qué hay que morir? Estas preguntas se subrayan sobre todo cuando alguno de nuestros seres queridos esta enfermo o ha muerto. Pero esto no es más que la consecuencia natural de ser seres limitados e imperfectos; y Jesús, al hacerse uno de nosotros, puesto que asumió toda nuestra condición, menos en el pecado.
El libro de la Sabiduría nos presenta e punto de vista del hombre que no espera nada después de la muerte: “Esos hombres pensaron mal, diciéndose “Corte y triste es nuestra vida, el hombre llega a su fin sin remedio, y no se sabe que del sheól haya vuelto ninguno” (Sab. 2,1); pensando así, el resultado se manifiesta en querer sacar el mayor provecho de esta vida, pero por el camino equivocado, sin justicia ni rectitud; sin respeto ni preocupación por los otros. Es más, todo el que no piense de esta manera se convierte en enemigo, en un estorbo y se trata de eliminar a toda costa (Sap 2,12-16).
El evangelio de hoy nos presenta a Jesús en Jerusalén, quien por motivos de la fiesta de las tiendas de campaña hizo con sus parientes la peregrinación al templo; pero sube discretamente a Jerusalén, porque ya sabía que lo buscaban para encarcelarlo. En un principio toma sus precauciones; sin embargo, mas tarde predica abiertamente en las calles, la plaza y en el mismo templo, mostrando así que no tiene miedo a morir. La gente murmuraba y lo que les extrañaba era como, si querían matarlo, permitían que hablara así, tan claramente en el templo. Hasta llegar a creer, ingenuamente, en la posibilidad de que los dirigentes se hubieran convencido de que Cristo fuese en verdad el Mesías.
Ciertamente no fue sencillo para Jesús el enfrentar su muerte, era un ser humano y el sentimiento lo tenía bien presente. Sin embargo, sabia que debía cumplir su misión, asumiendo la condición humana hasta sus últimas consecuencias, y ello implicaba pasar por el dolor. Pero el evento de la resurrección cambia la perspectiva, porque la muerte no es el destino final, sino la vida eterna.
Y nosotros, ¿tenemos miedo a morir?
Oración personal:
Señor, se que la muerte inevitablemente un día llegara a mi. Quisiera pedirte en este momentito de dialogo personal, que no me agarre desprevenido y que nunca tenga miedo a ese momento, ya que no es el final, sino el principio de la vida en la eternidad. Solo te pido que no permitas que me llegue el momento de partir sin estar preparado para ir a tu encuentro. Amen!
Propósito: Llevar palabras de animo a todo aquel que se encuentre triste y abatido en su vida.