Evangelio Hoy

Decimoséptimo Domingo del tiempo ordinario

Evangelio según San Mateo 13,44-52. 

Jesús dijo a la multitud: 
“El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo. 
El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; 
y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.” 
El Reino de los Cielos se parece también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces. 
Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve. 
Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos, 
para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes. 
¿Comprendieron todo esto?”. “Sí”, le respondieron. 
Entonces agregó: “Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo”.

 
Reflexionemos

Santo Tomás de Aquino (1225-1274), dominico, teólogo, doctor de la Iglesia
Homilía sobre el Credo

“El reino de Dios se parece a un tesoro escondido en el campo…”

Es lógico que la meta de todos nuestros deseos, es decir, la vida eterna, sea mencionado en el Credo, al final de todo lo que se nos propone creer: “Y la vida eterna. Amén.” En la vida eterna está la unión del hombre con Dios.. la alabanza perfecta…, y el cumplimiento de todos nuestros deseos, porque cada uno de los bienaventurados poseerá aún más de lo que puede desear y esperar. En esta vida, nadie puede cumplir todos sus deseos. Nunca nada creado podrá satisfacer al hombre perfectamente. Sólo Dios satisface infinitamente. Por esto, sólo en Dios tenemos descanso, como lo dice San Agustín: “ Nos has hecho par Ti, Señor, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti.”

Ya que en la patria celeste los santos poseerán a Dios perfectamente, es evidente que no sólo su deseo será colmado sino que desbordarán de gloria. Por esto dice el Señor: “Entra en el gozo de tu Señor.” (Mt 25,21) Y San Agustín dice a este propósito: “No todo el gozo entrará en los que se alegrarán. En cambio, ellos entrarán del todo en el gozo eterno.” En un salmo se dice: “Quisiera contemplarte en tu santuario, ver tu poder y tu gloria.” (Sal 62,3) y en otro: “el Señor te dará lo que desea tu corazón. (Sal 37,4)”… Cuando uno desea las delicias verdaderas es aquí donde se encuentra la delectación suprema y perfecta porque consistirá en el bien supremo que es Dios mismo: “A tu derecha delicias por siempre.” (Sal 15,11)

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