Evangelio Hoy

Viernes de la decimoquinta semana del tiempo ordinario

Evangelio según San Mateo 12,1-8.

Jesús atravesaba unos sembrados y era un día sábado. Como sus discípulos sintieron hambre, comenzaron a arrancar y a comer las espigas.
Al ver esto, los fariseos le dijeron: “Mira que tus discípulos hacen lo que no está permitido en sábado”.
Pero él les respondió: “¿No han leído lo que hizo David, cuando él y sus compañeros tuvieron hambre,
cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la ofrenda, que no les estaba permitido comer ni a él ni a sus compañeros, sino solamente a los sacerdotes?
¿Y no han leído también en la Ley, que los sacerdotes, en el Templo, violan el descanso del sábado, sin incurrir en falta?
Ahora bien, yo les digo que aquí hay alguien más grande que el Templo.
Si hubieran comprendido lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios, no condenarían a los inocentes.
Porque el Hijo del hombre es dueño del sábado”.

Reflexionemos

Orígenes (c. 185-253), presbítero y teólogo
Homilías sobre el libro de los Números, nº 23

«El Hijo del hombre es señor del sábado»

El ‘sábado’ ha sido instituido como un día sagrado. Todos los santos y todos los justos deben celebrar el ‘sábado’… Veamos pues en qué consiste la observancia del ‘sábado’ para los cristianos: el día del ‘sábado’, no se debe realizar ninguna obra que pertenezca a este mundo; debemos abstenernos de todas las obras terrenas, no hacer nada que pertenezca a este mundo, sino darnos a obras espirituales, venir a la iglesia, estar atentos a la lectura de la Escritura y a las explicaciones que en ella se dan, pensar en las cosas del cielo, ocuparnos de la esperanza de la vida futura, tener delante los ojos el juicio que nos aguarda, meditar, no las realidades visibles y presentes, sino las realidades futuras e invisibles.

También los judíos deben observar todo esto. E incluso entre ellos, los herreros, los albañiles, todos los que hacen trabajos manuales, no hacen nada el día del ‘sábado’. Pero, en este día, los lectores que proclaman la Santa Escritura, los doctores que explican la Ley de Dios, no interrumpen sus funciones y, sin embargo no profanan el sábado. Mi Señor, él mismo lo reconoció: «¿No habéis leído, les dice, que los sacerdotes en el Templo no practican el descanso del ‘sábado’ y no cometen ninguna falta?» Así pues, el que se abstiene de las obras de este mundo y se dedica a actividades espirituales, éste es el que ofrece el sacrificio del ‘sábado’ y lo santifica como día de fiesta…

Durante el ‘sábado’, cada uno se queda en su casa y no sale de ella. ¿Cuál es, pues, la casa del alma espiritual? Esta casa es la justicia, la verdad, la sensatez, la santidad; todo esto es Cristo, la casa del alma. De esta casa no se debe salir nunca, si es que queremos observar el verdadero ‘sábado’ y celebrar con sacrificios este día de fiesta, según la palabra del Señor: «El que permanece en mí, yo permanezco en él» (Jn 15,5).

 

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