Santoral

11 de Marzo

San Sofronio de Jerusalén

Nació en Damasco, hacia el año 560. Pasó veinte años bajo la dirección experta de San Juan Mosco. Juntos visitaron varios monasterios de Egipto, con el  propósito de pasar a Roma. Una vez en la Ciudad Eterna, el año  619 murió San Juan Mosco. Entonces, San Sofronio decidió  regresar a Palestina. En el año 633 o 634 fue elegido Patriarca de  Jerusalén, mostrándose desde entonces como un pastor celoso de su grey.

La biografía de San Sofronio podría centrarse en dos polos de  interés: su afán de santidad y su integridad doctrinal, que le llevó a  sufrir mucho por defender la fe católica frente a la herejía del  monotelismo. Estas dos características quedan muy bien reflejadas  en su producción literaria, de la que nos han llegado algunas obras que podrían llamarse de entretenimiento, unos cuantos  himnos y varios escritos hagiográficos, como la Vida de los santos egipcios Ciro y Juan y algunos fragmentos de una biografía del Patriarca alejandrino Juan el Limosnero.

 Publica una carta sinodal en donde defiende la fe calcedoniana contra el monotelismo. Tiene escritos hagiográficos, homilías (11), odas anacreónticas (23).

Murió en Jerusalén el 11 de marzo de 638 (un año después de la toma de Jerusalén por el Califa Omar). Parece ser que fue maestro de retórica y por esta razón se le dio el título de “Sofista” (Sofronio el Sofista). Se hizo monje en el monasterio de San Teodosio, junto a Jerusalén. En compañía de su maestro, Juan Mosco, se dirigió a Egipto, en donde los dos monjes se dedicaron a la conversión de los monofisitas. Luego fueron a Roma, donde murió Juan Mosco. Sofronio llevó sus restos al monasterio de San Teodosio. En 634 lucha contra los monotelitas en Egipto y África, y luego en Constantinopla contra el patriarca Sergio.

Fue elegido patriarca de Jerusalén en 634. Publica una carta sinodal en donde defiende la fe calcedoniana contra el monotelismo. Tiene escritos hagiográficos, homilías (11), odas anacreónticas (23).

Sofronio  desde pequeño estudió tan excesivamente, que estuvo a punto de quedar ciego; pero gracias a eso el santo llegó a ser tan versado en la filosofía griega, que recibió el sobrenombre de “el sofista”.
Junto con su amigo, el célebre ermitaño Juan Mosco, viajó mucho por Siria, Asia Menor y Egipto, donde tomó el hábito de monje, el año 580. Los dos amigos vivieron juntos durante varios años en la “laura” de San Sabas y el monasterio de Teodosio, cerca de Jerusalén.

Su deseo de mayor mortificación los llevó a visitar a los famosos ermitaños de Egipto. Después fueron a Alejandría, donde el patriarca San Juan el Limosnero les rogó que permaneciesen dos años en su diócesis para ayudarle a reformarla y a combatir la herejía. En dicha ciudad fue donde Juan Mosco escribió el “Prado Espiritual”, que dedicó a San Sofronio. Juan Mosco murió hacia el año 620, en Roma, a donde había ido en peregrinación.
San Sofronio retornó a Palestina y fue elegido patriarca de Jerusalén, por su piedad, saber y ortodoxia.
En cuanto tomó posesión de la sede, convocó a todos los obispos del patriarcado para condenar la herejía monotelita y compuso una carta sinodal, en la que exponía y defendía la doctrina católica. Esa carta, que fue más tarde ratificada por el sexto Concilio Ecuménico, llegó a manos del Papa Honorio y del patriarca de Constantinopla, Sergio, quien había aconsejado al Papa que escribiese en términos evasivos acerca de la cuestión de las dos voluntades de Cristo.
Parece que Honorio no se pronunció nunca sobre el problema; su silencio fue muy poco oportuno, pues producía la impresión de que el Papa estaba de acuerdo con los herejes.
Sofronio, viendo que el emperador y muchos prelados del oriente atacaban la verdadera doctrina, se sintió llamado a defenderla con mayor celo que nunca.
Llevó al Monte Calvario a su sufragéneo, Esteban, obispo de Dor y ahí le conjuró, por Cristo Crucificado y por la cuenta que tendría que dar a Dios el día del juicio, “a ir a la Sede Apostólica, base de toda la doctrina revelada, e importunar al Papa hasta que se decidiese a examinar y condenar la nueva doctrina”.

Esteban obedeció y permaneció en Roma diez años, hasta que el Papa San Martín I, condenó la herejía monotelita, en el Concilio de Letrán, el año 649.
Pronto tuvo San Sofronio que enfrentarse con otras dificultades. Los sarracenos habían invadido Siria y Palestina; Damasco había caído en su poder en 636; y Jerusalén en 638. El santo patriarca, había hecho cuanto estaba en su mano por ayudar y consolar a su grey, aun a riesgo de su vida.

Cuando los mahometanos sitiaban la ciudad, San Sofronio tuvo que predicar en Jerusalén el sermón de Navidad, pues era imposible ir a Belén en aquellas circunstancias.
El santo huyó después de la caída de la ciudad y, según parece, murió al poco tiempo, probablemente en Alejandría. Además de la carta sinodal, San Sofronio escribió varias biografías y homilías, así como algunos himnos y odas anacreónticas de gran mérito.
Se ha perdido la “Vida de Juan el Limosnero”, que compuso en colaboración con Juan Mosco; también se perdió otra obra muy voluminosa, en la que citaba 600 pasajes de los Padres para probar que en Cristo había dos voluntades.

Di Bernardino II, 2034.





 

Oremos

 

Señor Dios todopoderoso, que nos has revelado que el amor a Dios y al prójimo es el compendio de toda tu ley, haz que, imitando la caridad de San Sofronio de Jerusalén, seamos contados un día entre los elegidos de tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

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