Lectio Divina

 7º DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (C)

 Domingo, 24 Febrero, 2019

Imitar la misericordia del Padre del cielo
Lucas 6,27-38

1. ORACIÓN INICIAL

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección. 
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

2. LECTURA

a) Clave de lectura:

Lucas nos narra (Lc 6,17-19), que descendiendo de la montaña con los Doce, Jesús encuentra a una gran muchedumbre que quería escuchar su palabra y tocarlo, porque de Él salía una fuerza que sanaba a todos. Jesús acoge a las gentes y les dirige la palabra. El texto de la Liturgia de este domingo nos pone a consideración una parte del discurso que Jesús pronunció en aquella ocasión. En el evangelio de Lucas, los destinatarios de este discurso son “los discípulos“ y “aquella gran multitud de pueblo venido de toda la Judea, de Jerusalén y del litoral de Tiro y de Sidón (Lc 6,17), o sea, se trata de judíos (Judea y Jerusalén) y de paganos (litoral de Tiro y de Sidón). En el Evangelio de Mateo, este mismo discurso se presenta como la Nueva Ley de Dios, como la Antigua Ley, pronunciada desde lo alto de la Montaña. (Mt. 5,1).

b) Una división del texto para ayudarnos en la lectura:

Lucas 6,27-28: Consejos generales
Lucas 6,29-30: Ejemplos concretos de cómo practicar los consejos generales
Lucas 6, 31: Resumen central de la enseñanza de Jesús
Lucas 6,32-34: Quien quiera seguir a Jesús, debe superar la moral de los paganos
Lucas 6,35-36: La raíz de la nueva moral: imitar la misericordia de Dios Padre
Lucas 6,36-38: Ejemplos concretos de cómo imitar a Dios Padre

c) El texto:

27 «Pero a vosotros, los que me escucháis, yo os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien, 28 bendecid a los que os maldigan, rogad por los que os difamen. 29 Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite el manto, no le niegues la túnica. 30 A todo el que te pida, da, y al que tome lo tuyo, no se lo reclames. 31 Y tratad a los hombres como queréis que ellos os traten. 32 Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Pues también los pecadores aman a los que les aman.33 Si hacéis bien a los que os lo hacen a vosotros, ¿qué mérito tenéis? ¡También los pecadores hacen otro tanto! 34 Si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a los pecadores para recibir lo correspondiente. 35 Más bien, amad a vuestros enemigos; haced el bien y prestad sin esperar nada a cambio; entonces vuestra recompensa será grande y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los desagradecidos y los perversos.
36 «Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo. 37 No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. 38 Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá.»

3. UN MOMENTO DE SILENCIO ORANTE

para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

4. ALGUNAS PREGUNTAS

para ayudarnos en la meditación y en la oración.

a) ¿Qué parte del texto te ha gustado más o ha llamado más tu atención?
b) ¿Por qué Jesús dice este discurso? Observa bien las informaciones del texto y trata de sacar tus conclusiones.
c) Según tu parecer ¿cuál es el centro o raíz de la enseñanza de Jesús?
d) ¿Cómo cumplir hoy, en nuestra sociedad consumística e individualista, la moral propuesta por Jesús? ¿Qué quiere decir “ser misericordioso como es misericordioso el Padre del cielo?”
e) ¿Has encontrado en el texto alguna frase que te sea motivo de esperanza y de ánimo?

5. UNA CLAVE DE LECTURA

para los que quisieran profundizar más en el tema

i) El contexto del discurso de Jesús:

Lucas presenta la enseñanza de Jesús como una revelación en forma progresiva. Varias veces, desde el comienzo de su evangelio hasta el capítulo 6,16, Lucas hace saber a sus lectores que Jesús enseñaba a la gente, pero nunca dice sobre el contenido de esta enseñanza (Lc 4,15.31.32.44; 5,1.3.15.17; 6,6). Pero ahora, después de haber dicho que Jesús vio a la multitud deseosa de escuchar la palabra de Dios, traza el primer gran discurso que se inicia con las exclamaciones “¡Bienaventurados vosotros, los pobres!” (Lc 6,20), pero “¡Ay de vosotros los ricos!” (Lc 6,24).
Algunos llaman a este discurso el “Sermón de la Llanura”, porque según Lucas, Jesús desciende de la montaña y se quedó en un rellano, donde dijo el discurso (Lc 6,17). En el evangelio de Mateo, este mismo discurso se dice desde la montaña (Mt 5,1) y es llamado “El Sermón de la Montaña”. En Mateo, se dan en el sermón nueve bienaventuranzas, que trazan un programa de vida para la comunidad cristiana de origen judaica. En Lucas, el sermón es más breve y radical. El sermón enuncia cuatro bienaventuranzas y cuatro maldiciones, dirigidas a la comunidad helenística, constituida por ricos y pobres. Los versículos del Evangelio de este domingo séptimo del Tiempo Ordinario contienen el núcleo central de la enseñanza de Jesús de cómo deben comportarse los que quieren ser sus discípulos.

ii) Comentario del texto:

Lucas 6,27ª: Jesús habla para todos
Desde el principio del discurso hasta ahora, Jesús había hablado para sus “discípulos” (Lc 6,20). Aquí, en el texto de Lucas 6,27ª, su auditorio aumenta y Él se dirige a “vosotros que queréis escuchar”, o sea, a los discípulos, a aquella gran multitud de pobres y enfermos, llegados de todas partes (Lc 6,17-19) y ¡a nosotros, vosotros y yo, que en este momento “escuchamos” la palabra de Jesús!

Lucas 6,27b-28: Consejos generales que delinean la nueva enseñanza
Las palabras que Jesús dirige a aquella muchedumbre pobre y necesitada son exigencias difíciles: “Amar a los enemigos, hacer el bien a los que os odian, bendecir a los que os maldicen, rezar por los que os calumnian”. Estos consejos de Jesús superan en mucho las exigencias que, en aquella época, la gente aprendía desde la infancia de los escribas y fariseos en las reuniones semanales que se realizaban en la sinagoga, esto es, “amar al prójimo y odiar al enemigo” (Mt 5,43). La nueva exigencia de Jesús supera esta moral determinada y tan frecuente, incluso hoy, y revela un aspecto de “justicia mayor” que Jesús exige de aquéllos que quieren seguirlo (Mt 5,20).

Lucas 6, 29-30: Ejemplos concretos de cómo practicar la nueva enseñanza de Jesús
Jesús pide que se ofrezca la mejilla a quien te hiera en la otra, y pide que no se reclame cuando alguien me quita lo que es mío. ¿Cómo entender estas palabras? Entonces, ¿debe el pobre resignarse cuando el rico le golpea, le roba y le engaña? Si tomásemos estas palabras literalmente, estos consejos favorecerían a los ricos. Pero ni siquiera Jesús las observó literalmente. Cuando el soldado le golpeó en el rostro, no puso la otra mejilla, sino que reaccionó con firmeza. “Si he hablado mal, demuéstrame en qué; pero si no, ¿por qué me pegas? (Jn 18,22-23). Esta práctica de Jesús nos amonesta a no tomar literalmente estas sus palabras. Además, las palabras que siguen en el mismo discurso, nos ayudan a entender lo que Jesús quiere enseñar (Lc 6,31)

Lucas 6,31: Resumen central de la enseñanza de Jesús
Jesús pronuncia esta frase revolucionaria: “Lo que queráis que os hagan los hombres, hacedlo vosotros a ellos”. El mejor comentario de esta enseñanza son algunas frases recogidas de algunas religiones: el islamismo: “Ninguno puede ser creyente hasta que no ame a su hermano como a sí mismo”. El budismo: “De cinco modos un jefe debe tratar a sus amigos y dependientes: con generosidad, cortesía, indulgencia, dándoles los que esperan recibir y siendo fieles a su palabra”. El taíismo: “Considera el buen éxito de tu vecino, como tuyo propio, y su mal como si fuese el tuyo”. El hinduísmo: No hagas a los otros lo que a ti te produciría dolor si te lo hiciesen”. En su enseñanza, Jesús, muchas veces, verbaliza el deseo más profundo y universal del corazón humano, el deseo de fraternidad, nacida de la voluntad de querer bien a los otros en total gratuidad, sin pretender obtener beneficios, méritos o recompensas. Es en la fraternidad sincera, bien vivida, donde se revela el rostro de Dios.

Lucas 6, 32-34. Quien quiera seguir a Jesús debe superar la moral de los paganos
¿Qué pensar de aquéllos que sólo aman a los que los aman? ¿Y de los que hacen el bien solamente a los que les hacen el bien? ¿Prestar solamente a aquéllos que sabemos ciertamente que nos lo restituirán? O sea, en todas las sociedades, sean cuales sean, las personas de una misma familia tratan de ayudarse mutuamente. Jesús afirma que esta práctica es universal: “También los pecadores obran así”. Pero esta práctica universal no basta para los que quieren ser seguidores de Jesús. Jesús es muy claro sobre este punto. ¡No basta! Es necesario dar un paso adelante. ¿Cuál es este paso? La respuesta se halla en lo que sigue.

Lucas 6, 35-36: La raíz de la nueva moral: imitar la misericordia de Dios Padre
Mediante su predicación, Jesús trata de cambiar y convertir a las personas. El cambio que Él desea, no se limita a una simple inversión de la situación, de modo que aquéllos que están abajo sean puestos arriba y los de arriba abajo. Porque de este modo nada cambiaría y el sistema seguiría funcionando de la misma forma inalterable. Jesús quiere cambiar el modo de vida. Quiere que sus seguidores tengan una forma de comportarse contraria: “¡Amad a vuestros enemigos!”. La Novedad que quiere construir viene de la nueva experiencia de Dios, Padre de amor. El amor de Dios por nosotros es totalmente gratuito. No depende de lo que nosotros hagamos. De aquí que el verdadero amor quiere el bien del otro independientemente de que él o ella han hecho por mí. Así imitamos la misericordia de Dios Padre y seremos “hijos del Altísimo, que es bueno con los ingratos y con los malvados”. Seremos “misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso”. Estas últimas palabras de Jesús evocan la experiencia de la misericordia de Dios que Moisés tuvo en el Monte Sinaí: “¡El Señor, el Señor! Dios misericordioso y piadoso, lento a la ira y rico de gracia y fidelidad” (Ex 34,6).

Lucas 6,36-38: Ejemplos concretos de cómo imitar a Dios Padre
¡No juzgar, no condenar, perdonar, dar sin medida! Estos son los consejos de Jesús para aquéllos que aquel día lo escuchaban. Estos ejemplos convierten explícitas y concretas las enseñanzas de Jesús en el versículo precedente sobre el amor misericordioso a los enemigos y sobre el comportamiento como hijos del Altísimo. Es la misericordia que se manifiesta en las palabras del Buen Samaritano, del Hijo pródigo y que se revela en la vida de Jesús: “¡ Quien me ve, ve al Padre!”

iii) Más informaciones para poder entender mejor el texto:

a) Bendecir a los que nos maldicen:

Las dos afirmaciones del mismo discurso: “¡Dichosos vosotros los pobres!” (Lc 6,20) y “¡Ay de vosotros los ricos!” (Lc 6,24) obligan a los oyentes a escoger, a hacer opciones a favor de los pobres. En el Antiguo Testamento, Dios coloca a la gente delante de posibilidades de escoger entre la bendición y la maldición. A la gente se le concede la posibilidad de poder escoger: “Yo te he puesto delante la vida y la muerte; la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia (Dt 30,19). No es Dios quien condena. Es el mismo pueblo el que escogerá la vida o la muerte, según su conducta delante de Dios y de los demás. Estos momentos de elección son momentos de la visita de Dios a su pueblo (Gen 21,1; 50,24-25; Ex 3,16; 32,34; Ger 29,10; Sal 59,6; Sal 65,10; Sal 80,15; Sal 106,4). Lucas es el único evangelista que se sirve de esta imagen de la visita de Dios (Lc 1,68.78; 7,16; 19,44; Act 15,16). Para Lucas, Jesús es la visita de Dios que pone al pueblo de frente a escoger o la bendición o la maldición: “¡Dichosos vosotros, los pobres!” y “¡Ay de vosotros, los ricos!” Pero el pueblo no reconoce la visita de Dios (Lc 19,44). Y hoy en nuestro mundo, cuya mayor producción es la pobreza de tantos, ¿somos capaces de reconocer la visita de Dios?

b) Los destinatarios del discurso de Jesús:

Jesús comienza su discurso usando la segunda persona del plural: “¡Bienaventurados vosotros, los pobres!” – “¡Ay de vosotros los ricos!” Pero delante de Jesús, en aquella extensa llanura, no había ricos. Sólo había gente pobre y enferma, venida de todas partes (Lc 6, 17-19). Pero el texto dice: “¡Ay de vosotros, los ricos!”, Lucas, cuando transmite las palabras de Jesús estaba pensando también en las comunidades helenísticas de Grecia y Asia menor de los años 80, cincuenta años después de Jesús. En ellas existía discriminación de los pobres por parte de los ricos (cf. Ap 3,15-17; Sant 2,1-4; 5,1-6; 1Cor 11,20-21), la misma discriminación típica del Imperio Romano. Jesús critica dura y directamente a los ricos: “¡Vosotros, ricos, tenéis ya vuestro consolación! ¡Ay de vosotros los que ahora estáis saciados, porque tendréis hambre! ¡ Ay los que ahora reís, porque seréis afligidos y lloraréis!”. Esto indica que para Jesús la pobreza no es una fatalidad, sino el fruto de un enriquecimiento injusto de los otros. Dígase lo mismo para la frase: “¡Ay, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros. Lo mismo hacían vuestros padres con los falsos profetas!” Esta cuarta amenaza se refiere a los judíos, o sea, a los hijos de aquéllos que en el pasado elogiaban a los falsos profetas. Citando estas palabras de Jesús, Lucas piensa en los judíos convertidos de su tiempo que se servían de su prestigio y de su autoridad para criticar la apertura hacia los paganos.

6. SALMO 34 (33)

“Gratitud que nace de una mirada distinta”

Bendeciré en todo tiempo a Yahvé,
sin cesar en mi boca su alabanza;
en Yahvé se gloría mi ser,
¡que lo oigan los humildes y se alegren!
Ensalzad conmigo a Yahvé,
exaltemos juntos su nombre.

Consulté a Yahvé y me respondió:
me libró de todos mis temores.
Los que lo miran quedarán radiantes,
no habrá sonrojo en sus semblantes.
Si grita el pobre, Yahvé lo escucha,
y lo salva de todas sus angustias.

El ángel de Yahvé pone su tienda
en torno a sus adeptos y los libra.

Gustad y ved lo bueno que es Yahvé,
dichoso el hombre que se acoge a él.
Respetad a Yahvé, santos suyos,
que a quienes le temen nada les falta.
Los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan a Yahvé de ningún bien carecen.

Venid, hijos, escuchadme,
os enseñaré el temor de Yahvé.
¿A qué hombre no le gusta la vida,
no anhela días para gozar de bienes?

Guarda del mal tu lengua,
tus labios de la mentira;
huye del mal y obra el bien,
busca la paz y anda tras ella.

Los ojos de Yahvé sobre los justos,
sus oídos escuchan sus gritos;
el rostro de Yahvé hacia los bandidos,
para raer de la tierra su recuerdo.

Cuando gritan, Yahvé los oye
y los libra de sus angustias;
Yahvé está cerca de los desanimados,
él salva a los espíritus hundidos.

Muchas son las desgracias del justo,
pero de todas le libra Yahvé;
cuida de todos sus huesos,
ni uno solo se romperá.

Da muerte al malvado la maldad,
los que odian al justo lo pagarán.
Rescata Yahvé la vida de sus siervos,
nada habrán de pagar los que a él se acogen.

7. ORACIÓN FINAL

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.

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