Evangelio Hoy

Sábado de la trigésima primera semana del tiempo ordinario

Evangelio según San Lucas 16,9-15. 

Jesús decía a sus discípulos: 
“Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que este les falte, ellos los reciban en las moradas eternas. 
El que es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho, y el que es deshonesto en lo poco, también es deshonesto en lo mucho. 
Si ustedes no son fieles en el uso del dinero injusto, ¿quién les confiará el verdadero bien? 
Y si no son fieles con lo ajeno, ¿quién les confiará lo que les pertenece a ustedes? 
Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero”. 
Los fariseos, que eran amigos del dinero, escuchaban todo esto y se burlaban de Jesús. 
El les dijo: “Ustedes aparentan rectitud ante los hombres, pero Dios conoce sus corazones. Porque lo que es estimable a los ojos de los hombres, resulta despreciable para Dios.” 

Reflexionemos

San Gregorio Magno (c. 540-604), papa y doctor de la Iglesia
Comentario moral del Libro de Job, 34

«Ningún criado puede servir a dos señores»

Querer depositar su esperanza y su confianza en bienes pasajeros, es querer poner cimientos en una corriente de agua. Todo pasa; Dios permanece. Apegarse a lo transitorio es desprenderse de lo permanente. ¿Quién pues, si es arrastrado por los torbellinos agitados de una rápida corriente puede permanecer fijo en su lugar pese a ese torrente agitado? Si queremos evitar ser arrastrados por la corriente, debemos huir a todo lo que fluye, sino el objeto de nuestro amor nos forzará a llegar a lo que precisamente queremos evitar. El que se apega a los bienes transitorios seguramente será arrastrado allí adonde derivan las cosas hacia las cuales se aferra.

La primer cosa por hacer es guardarse de amar los bienes materiales, la segunda, es no poner toda su confianza en los bienes que nos han sido confiados para utilizar, y no para gozar. El alma que se apega a los bienes pasajeros pierde rápidamente su propia estabilidad. El curso de la vida actual trae consigo lo que lleva, y es una loca ilusión, para aquel que es arrastrado por esta corriente querer permanecer de pie.

 

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