Evangelio Hoy

Fiesta de san Bartolomé, apóstolNATANAEL

Evangelio según San Juan 1,45-51.

Felipe encontró a Natanael y le dijo: “Hemos hallado a aquel de quien se habla en la Ley de Moisés y en los Profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret”.
Natanael le preguntó: “¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?”. “Ven y verás”, le dijo Felipe.
Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: “Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez”.
“¿De dónde me conoces?”, le preguntó Natanael. Jesús le respondió: “Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera”.
Natanael le respondió: “Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel”.
Jesús continuó: “Porque te dije: ‘Te vi debajo de la higuera’, crees . Verás cosas más grandes todavía”.
Y agregó: “Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.”

Reflexionemos

Filomeno de Mabboug (¿-c. 523), obispo de Siria
Homilía nº 4, 76-79

«Ven y verás»

Jesús renovó a los santos apóstoles la llamada que había dirigido a Abraham. Y su fe se parecía a la de Abraham; porque lo mismo que Abraham obedeció inmediatamente después de ser llamado (Gn 12), también los apóstoles siguieron a Jesús inmediatamente que les llamó y ellos le oyeron. No es a través de una larga enseñanza que han llegado a ser discípulos, sino por el mero hecho de haber escuchado la palabra de la fe. Porque su fe era viva, tan pronto como oyó la voz viva, obedeció a la vida. Sin retraso corrieron en pos de él; y se ve en este mismo hecho que en su corazón eran ya discípulos incluso antes de ser llamados.

Con ello se ve cómo trabaja la fe que conserva la simplicidad. No es a base de argumentos que recibe la enseñanza, sino que de igual manera que un ojo sano y puro, sin razonar ni trabajar, recibe el rayo de sol que se le envía y percibe la luz en cuanto abre el ojo… de la misma manera los que tienen la fe natural reconocen la voz de Dios en cuanto la oyen. Se levanta en ellos la luz de su palabra, y gozosamente se lanzan hacia ella y la reciben, tal como lo dice el Señor en el Evangelio: «Mis ovejas escuchan mi voz y me siguen» (Jn 10,27).

 

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